Pues simplemente se me ocurrió darle un poco más de vidilla a unas tristes judías verdes.
Tampoco es que sea una cosa del otro mundo, pero siempre las comemos con un chorrito de aceite de oliva.
Me sobraron unas pocas y recordé como las hacía mi madre cuando le sobraban, de un día para otro y que yo jamás probaba, todo sea dicho de paso, porque de pequeña era...anti-verduras!